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La psicoterapia, un espacio de encuentros

Actualizado: 8 sept 2022

La psicoterapia es un espacio de encuentros, en primer lugar, del paciente con sigo mismo, con sus partes olvidadas y desconocidas. También un encuentro con un otro, el terapeuta.


Muchos llegan a psicoterapia sin saber qué es, sin saber lo que ocurre y solo confiando en su poder sanador. Otros, quieren saber de qué se trata y hacer del proceso terapéutico algo consciente. Escribo para los segundos.


Es importante entender que hay muchas formas de realizar psicología clínica dependiendo la corriente teórica (que pueden ser la terapia conductual, la sistémica, la humanista, etc.), la visión de ser humano, de enfermedad, de salud y también dependiendo del estilo personal. Estas son reflexiones desde mi estilo personal y de los enfoques teóricos humanista y transpersonal.


Comencemos reflexionando qué significa que la psicoterapia sea un espacio de encuentro. En ese lugar y momento está la posibilidad de estar con algo con lo que no estás habituado a estar, algo fuera de lo cotidiano. Te encontrarás con aspectos tuyos de los cuales no les pones atención normalmente, pero que requieren de ser observados.


La mayoría llega a terapia con una definición de ellos mismos bastante reducida, con una visión de ellos mismos y del mundo que se generó desde la infancia, a partir de lo que los padres, condicionados por la cultura, les contaron sobre lo que es bueno y malo, lo permitido y no permitido y cómo sería bueno ser para pertenecer al mundo.


Otros buscan ayuda en el espacio terapéutico para recuperarse de un trastorno de salud mental que les produce padecer en la actualidad.


Sin tener el afán de culpar a los padres, pues entiendo que han hecho lo mejor que han podido y que la manera en que nos han educado ha sido la opción para la supervivencia durante siglos; pero sí con la intención de que durante el proceso terapéutico, se observe cómo es que has llegado hasta aquí, a ser quién eres actualmente, observar tus condicionamientos, tu manera de ser automática y la visión que tienes de ti mismo y el entorno.


Esa imagen que has creado de ti mismo y que se ha convertido en tu realidad, en psicología le llamamos el falso self. La has creado para mantener el amor de tus padres, ellos inconscientemente a través de sus aprecios y desprecios sobre nuestra conducta o expresiones te van mostrando lo que es adecuado y no adecuado de ser; por otro lado, tú te acomodas a esa forma porque lo más importante para la supervivencia del ser humano es mantener el amor de los padres, el aprecio y cercanía de ellos. Por lo que a toda costa, incluso teniendo que modificar nuestra esencia, nos esforzamos por mantener esa cercanía, en psicología le llamamos: la experiencia de apego.


Resulta, que luego nos vamos haciendo adultos y ya no es necesario tal apego, pues ahora podemos pararnos en nuestros propios pies y decidir por nosotros mismos. El problema es que ya estamos educados a ser de tal forma y necesitar de manera inconsciente el aprecio de los más cercanos. Se han establecido patrones que requieren de un recorrido para poder modificarlos.


Entonces el paciente llega con una sensación de incomodidad, de incongruencia interna porque por un lado la vida le invita a ser quien es realmente y siente un impulso a que eso ocurra, pero aun funciona de una manera antigua, identificado con patrones establecidos desde la infancia y/o no tiene la energía suficiente para realizar cambios en su vida.


La psicoterapia implica encontrarse con los condicionamientos generados a partir de tu educación y experiencias, para luego desidentificarse de aquellos. Cuando te desidentificas, que implica decir: “en realidad yo no soy esto”, surge muchas veces una sensación de vacío, pues también te dices: “¿Entonces quien soy?”. Si bien surge un vacío, muchas veces es acompañado de una sensación de libertad, pues ahora puedes ser quien se te plazca. Es una aventura que implica descubrirse y encontrarse con el verdadero sí mismo.


Este proceso a veces lo describo como el proceso de bajar al infierno para soltar las cadenas y se logre la verdadera liberación, suena fuerte, pero resulta que para algunos es muy difícil ir al encuentro con la sombra, con los miedos, las trancas, etc… Pero te garantiza una posibilidad real de liberarte de eso. El ego sufre y no quiere ver la realidad, pero hay otra parte de ti que es más sabia, que confía y sabe que necesita desapegarse de la imagen que has construido porque necesitas mostrarte y desarrollarte.


La psicoterapia también implica un encuentro con un otro, que es el terapeuta. Éste te acompaña en el proceso de ir hacia las profundidades de la sombra, te ayuda a que veas lo que hay ahí y te invita a explorar y experimentar nuevas formas de ser y de estar, formas que se acomoden cada vez más a tu esencia. Para que ocurra esto, acude a la empatía para poder comprenderte y para que te puedas comprender a ti mismo, te acepta sin juicios ni evaluaciones de manera que puedas explorar, sin miedo al rechazo, nuevas formas de ti mismo, pero también frustra o confronta aquellas actitudes infantiles que no te permiten crecer y avanzar, que por lo general tienen que ver con la queja, la victimización y la falta de responsabilidad contigo mismo (esta responsabilidad se refiere a hacerse cargo de quién eres, no al “deber ser”).


Entonces podemos decir que el terapeuta por un lado ofrece un espacio contenedor para que ocurra el proceso de descubrimiento interior y te acompaña en ese viaje reflejando lo que estás próximo a ver, eso que ya está siendo evidente para un otro (terapeuta) y que tú no puedes ver solo, porque te encuentras con tu punto ciego, algunos dicen que no lo puedes ver porque está en la espalda, o porque no hay suficientemente claridad.


El terapeuta al escucharte va armando las piezas de un puzzle, cuando hay partes armadas y nítidas te las va mostrando y confirma contigo si está en lo cierto o no, entonces puedes darte cuenta de más cosas de ti mismo y de cómo te relacionas con tu entorno. A veces te das cuenta solo y bastaba con hablarlas en un espacio contenedor, y otras veces el terapeuta propone ejercicios intencionados, que te llevan a explorar, sentir, tomar conciencia de lo que te pasa, responsabilizarte sobre eso que te está ocurriendo, generar acciones con respecto a tu situación y así integrar las experiencias. En psicología humanista se le llama trabajar con la “curva de la gestalt” o con tomar contacto con el “experiencing” o sensaciones sentidas.


La psicoterapia es un espacio para que ocurra el crecimiento, el desarrollo personal y lo que más me gusta a mí que ocurra, es el contacto con la autenticidad, transformarse en lo que realmente eres, eso es estar sano.




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