Llamar las cosas que no son, como si fueran: el poder (y el peligro) de la repetición en la construcción de la verdad
- Eduardo Schilling
- hace 8 minutos
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En un mundo saturado de datos, titulares y eslóganes, lo que se repite no solo se recuerda: se cree. Esta afirmación, aunque inquietante, está respaldada por una sólida base empírica.
Estudios recientes en psicología cognitiva han demostrado que la repetición de una afirmación —sea verdadera o falsa— tiende a aumentar su credibilidad percibida. Este fenómeno, conocido como el efecto de verdad por repetición (Truth-by-Repetition Effect, TBRE), tiene implicancias profundas en cómo formamos nuestras creencias, cómo interpretamos la información que recibimos y cómo actuamos en consecuencia.

¿Por qué creemos lo que oímos muchas veces?
A lo largo de cinco experimentos realizados en distintos países y lenguas, el estudio de De keersmaecker, Unkelbach y Roets (2024) demuestra que la mera repetición aumenta la sensación de veracidad de un enunciado, incluso si no es cierto. Y no solo eso: este efecto se presenta con igual intensidad cuando los mensajes se repiten en un idioma distinto al nativo del receptor. Incluso si un mensaje se oye por primera vez en inglés y luego se repite en español, el aumento en la percepción de su veracidad se mantiene intacto.
Esto ocurre, según los investigadores, porque nuestro cerebro no evalúa la verdad solo con lógica o evidencias. También se guía por la fluidez con la que procesamos la información. Cuando algo nos resulta familiar —porque ya lo escuchamos antes— lo procesamos más fácilmente, y eso genera una sensación subjetiva de verdad. El problema es que esta sensación no tiene por qué estar alineada con los hechos.
“Llama las cosas que no son, como si fueran”
La frase, que tiene raíces bíblicas (Romanos 4:17), ha sido utilizada en contextos espirituales, motivacionales y de desarrollo personal. En su sentido constructivo, invita a visualizar lo que aún no existe, como un acto de fe o proyección positiva. Así, podemos decir: “soy capaz”, aunque todavía no lo sienta, o “voy a lograrlo”, aunque el camino sea incierto. Desde esta perspectiva, la palabra repetida con intención puede convertirse en motor de cambio.
Pero este principio también puede volverse en contra cuando se aplica sin conciencia. ¿Qué ocurre cuando la repetición de ideas falsas en redes sociales, medios o conversaciones cotidianas lleva a que esas ideas se sientan como verdades, sin haber sido jamás contrastadas con la realidad?
Repetir no es evidenciar
El efecto TBRE nos advierte sobre una trampa cognitiva: cuanto más oímos algo, más probable es que lo creamos. Esto no sería tan problemático si todo lo que se repitiera fuera cierto. Pero la realidad es que la desinformación viaja más rápido y más lejos que los hechos comprobados. Una afirmación errónea, compartida miles de veces, puede instalarse como “verdad social” simplemente por su frecuencia, no por su fundamento.
Por eso, la alfabetización mediática y la verificación de fuentes son más necesarias que nunca. No basta con preguntarse “¿me suena conocido?”, sino también “¿de dónde viene esta información?”, “¿está respaldada por evidencia confiable?”, y sobre todo: “¿quién se beneficia con que yo crea esto?”.
La paradoja del pensamiento positivo
Volvamos a nuestra frase guía: “llama las cosas que no son, como si fueran”. La paradoja es evidente. Desde una perspectiva terapéutica o de desarrollo personal, visualizar una realidad deseada puede motivarnos a actuar, superar obstáculos y transformar nuestra autopercepción. Esta estrategia es válida —y muchas veces necesaria— cuando está dirigida hacia el crecimiento individual y sostenida por acciones congruentes.
Pero en el plano social, político o informativo, esa misma lógica se torna peligrosa cuando se emplea para sostener narrativas falsas, sin contrastarlas con los hechos. Cuando se “llama como si fuera” una mentira repetida mil veces, lo que se crea no es motivación, sino confusión. No es esperanza, sino manipulación.
¿Cómo defendernos?
Los resultados del estudio citado son claros: el TBRE no distingue entre idiomas ni entre niveles de conocimiento previos. La repetición influye tanto en personas analíticas como en aquellas con estilos de pensamiento más intuitivos. Esto nos obliga a asumir que nadie es inmune. Todos estamos expuestos.
Algunas claves para no caer en la trampa:
Desarrollar pensamiento crítico: cuestionar lo que suena demasiado familiar o “demasiado cierto para ser cierto”.
Contrastar fuentes: no quedarse con la primera publicación o tuit; buscar estudios, datos, opiniones diversas.
Educar emocionalmente: aprender a identificar cuándo creemos algo porque “nos gusta” o porque “nos suena bien”, en lugar de porque es verdadero.
Practicar la pausa: no compartir de inmediato lo que impacta. Tomarse el tiempo para reflexionar es ya un acto de resistencia cognitiva.
Repetir puede ser una herramienta poderosa para transformar nuestra mirada, motivarnos y actuar. Pero también puede ser un atajo engañoso hacia creencias erróneas y decisiones mal fundamentadas. En definitiva, no todo lo que se repite es cierto, y no todo lo cierto necesita ser repetido para valer.
Desde el Centro Ps. Eduardo Schilling, promovemos una psicología comprometida con el pensamiento crítico, el bienestar emocional y la responsabilidad social. Porque llamar las cosas que no son, como si fueran, puede ser un acto de fe, motor de cambio… o una forma de caer en la ilusión. Y distinguir una de otra, hoy más que nunca, es vital.