¿Cómo afecta el uso del smartphone a nuestro bienestar diario? Un análisis bidireccional desde la psicología moderna
- Eduardo Schilling
- 21 jul
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Actualizado: 22 jul
En un mundo donde los smartphones son una extensión de nuestras manos, comprender cómo su uso impacta nuestro bienestar emocional se ha convertido en una prioridad para la psicología contemporánea. ¿Nos sentimos más solos y ansiosos después de usarlos? ¿O recurrimos a ellos precisamente porque nos sentimos así? Un estudio reciente arroja luz sobre estas complejas interacciones, proponiendo un análisis detallado de los efectos bidireccionales entre el uso del smartphone y el bienestar momentáneo en jóvenes adultos.

Innovación metodológica para entender lo cotidiano
La investigación, desarrollada por equipos de universidades europeas, se propuso superar limitaciones frecuentes en estudios previos —como el uso exclusivo de autoreportes o la falta de datos temporales precisos— mediante el uso combinado de registros pasivos de actividad en smartphones y métodos de evaluación experiencial (Experience Sampling Method, ESM). Esta metodología permitió observar, en tiempo real y en contextos cotidianos, cómo las emociones y el uso del móvil se influyen mutuamente.
Dentro de la persona o entre personas: dos formas de entender la soledad
En el contexto del estudio “Bidirectional Associations Between Smartphone Usage and Momentary Well-Being in Young Adults”, la diferencia entre within-person loneliness (soledad intraindividual) y between-person loneliness (soledad interindividual) es clave para interpretar los resultados.
Within-person loneliness se refiere a cómo fluctúa la sensación de soledad dentro de una misma persona a lo largo del tiempo. Por ejemplo, si una persona se siente más sola que su promedio habitual y eso se relaciona con un mayor uso del smartphone justo antes o después, estamos ante una asociación intraindividual.
Between-person loneliness, por otro lado, compara los niveles promedio de soledad entre diferentes personas. Así, si una persona que en general se siente más sola también tiende a usar más redes sociales que otras, se trata de una asociación interindividual.
El estudio encontró que:
A nivel within-person, cuando una persona se sentía más sola de lo habitual, tendía a usar más el smartphone, especialmente las redes sociales, en la hora siguiente. Además, el uso de redes sociales también se asociaba con un aumento momentáneo de la soledad.
A nivel between-person, las personas con niveles crónicamente altos de soledad mostraron una mayor sensibilidad emocional al uso de redes sociales: tras utilizarlas, experimentaban un aumento más pronunciado en su sensación de soledad en comparación con personas menos solitarias.
Esta asociación fue más pronunciada cuando el uso involucraba aplicaciones de redes sociales, en comparación con apps de comunicación (como WhatsApp o llamadas) o de entretenimiento (como YouTube o navegadores web).
Un ciclo de retroalimentación emocional
Estos hallazgos reflejan un posible bucle de retroalimentación: sentimos más soledad, usamos el teléfono (particularmente redes sociales), y eso puede intensificar esa soledad. Esta dinámica puede volverse habitual, especialmente en personas que ya tienen una predisposición a sentirse solas. No es casual que esta conducta coincida con lo que describe la teoría del manejo del estado de ánimo, según la cual buscamos contenidos que nos ayuden a regular emociones incómodas, incluso si eso tiene efectos paradójicos.
Desde una mirada más neuropsicológica, esto se conecta con las decisiones impulsivas que priorizan gratificación inmediata frente a objetivos a largo plazo. Este mecanismo cerebral fue explorado en profundidad en el artículo “Tomar decisiones difíciles: Cómo nuestro cerebro elige entre gratificación inmediata y metas profundas”.
¿Puede la tecnología ayudarnos a detectar el malestar?
Aunque el estudio pone de relieve los efectos adversos del uso excesivo del smartphone, también señala su potencial en el monitoreo de la salud mental. El uso de datos pasivos para detectar patrones emocionales —como el aumento de la soledad tras ciertos usos— abre oportunidades para intervenciones digitales más precisas. Este enfoque ya está siendo explorado en investigaciones como “Más Allá de la Consulta: Prediciendo la Depresión con Datos de Smartphones”, que complementa la discusión desde una perspectiva predictiva y preventiva.
Conclusión: pequeñas señales, grandes preguntas
Aunque los efectos observados fueron modestos, esta investigación es un paso importante hacia una comprensión más matizada del impacto cotidiano de la tecnología digital en la vida emocional de los jóvenes adultos. No se trata de demonizar el uso del smartphone, sino de entender cuándo, cómo y por qué este puede relacionarse con estados emocionales menos deseables.
En el Centro Ps. Eduardo Schilling, creemos que una aproximación informada y consciente al uso de la tecnología es fundamental para el bienestar psicológico. Estos hallazgos nos invitan a reflexionar sobre nuestros hábitos digitales y cómo moldean —aunque sea sutilmente— nuestra experiencia emocional diaria.