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El azar como motor de la ciencia: del descubrimiento de las neuronas espejo al EMDR

Muchos de los grandes avances científicos han surgido de forma inesperada, y la psicología no es la excepción. Un ejemplo icónico es el descubrimiento de las neuronas espejo: a principios de los años 90, neurocientíficos en Parma, Italia, notaron por casualidad que ciertas neuronas en el cerebro de un mono se activaban no solo cuando el animal realizaba una acción, sino también al observar a otro hacerlo. Este hallazgo fortuito abrió nuevas perspectivas sobre la empatía, la imitación y los trastornos del espectro autista.


psicologa y paciente a distancia

Algo similar ocurrió con el EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), una técnica terapéutica que nació en 1987 cuando Francine Shapiro, mientras caminaba por un parque, advirtió que ciertos movimientos oculares parecían disminuir la carga emocional de pensamientos intrusivos. Así surgió una de las terapias más debatidas, pero también más efectivas, en el tratamiento del trauma psicológico.


EMDR y la eterna pregunta: ¿por qué funciona?


Desde sus inicios, el EMDR ha generado controversia, especialmente en torno a su componente distintivo: la estimulación bilateral, comúnmente mediante movimientos oculares. Aunque numerosos estudios han confirmado su eficacia en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático (TEPT), el mecanismo que explica su efectividad ha sido, hasta hace poco, un enigma. Esta incertidumbre, sin embargo, no es exclusiva del EMDR. Muchas intervenciones psicológicas —e incluso los psicofármacos— siguen operando sobre bases teóricas sin una comprensión neurobiológica totalmente clara (ver más sobre tratamientos basados en evidencia).


En este escenario, los avances en neuroimagen, inteligencia artificial y tecnologías portátiles están transformando el modo en que entendemos la salud mental. Nos acercamos a una nueva era en la que diagnósticos y tratamientos podrían fundamentarse en datos objetivos, más allá del relato subjetivo del paciente o de la intuición clínica. En ese sentido, herramientas como los smartwatches para salud mental prometen un cambio de paradigma en la forma en que se detectan y abordan los trastornos psicológicos.



Un hallazgo que sorprendió incluso a los defensores del EMDR


En 2019, un estudio publicado en Nature sorprendió incluso a los más fieles defensores del EMDR, al aportar una base neurobiológica concreta a lo que hasta entonces era difícil de explicar. En un experimento con ratones, los investigadores encontraron que la estimulación visual bilateral alternada —similar a la utilizada en EMDR—, aplicada durante la fase de extinción del miedo, reducía de manera persistente las respuestas de miedo condicionado.


El hallazgo más notable fue que este efecto no se debía meramente al movimiento ocular, sino a la activación de un circuito cerebral específico. La estimulación bilateral activaba el colículo superior (una región asociada a la atención visual), que a su vez fortalecía su conexión con el tálamo mediodorsal. Este, en última instancia, modulaba la actividad de la amígdala basolateral, región clave en la codificación del miedo. De este modo, se inhibieron de forma duradera las neuronas asociadas al miedo, sin alterar las relacionadas con la extinción.


En otras palabras: los movimientos oculares no son solo un acompañamiento del proceso terapéutico, sino que activan un circuito inhibitorio esencial para suprimir el miedo condicionado. Este descubrimiento demuestra que el EMDR funciona, y lo hace a través de una arquitectura cerebral bien definida y replicable en modelos animales. Explora aquí el enfoque clínico del EMDR.


En el Centro Ps. Eduardo Schilling, creemos que el conocimiento bien comunicado transforma. Por eso, nos comprometemos a acercar los últimos hallazgos científicos a la comunidad. Si te interesa seguir explorando la relación entre trauma y tratamiento, puedes leer también sobre el impacto de las experiencias adversas en la infancia o sobre cómo la tecnología está redefiniendo la psicoterapia.



Seguiremos explorando el fascinante vínculo entre neurociencia y psicoterapia en futuras publicaciones.

 
 
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