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Compartir emociones positivas en pareja: un recurso natural contra el estrés en la adultez

En la adultez tardía, muchos aspectos de la vida comienzan a cambiar: el ritmo cotidiano se transforma, los vínculos se redefinen y el cuerpo responde de manera distinta a los desafíos del entorno. En este contexto, cuidar el bienestar emocional se vuelve una prioridad, no solo para mantener una buena calidad de vida, sino también para proteger la salud física. Desde el Centro Ps. Eduardo Schilling, creemos firmemente que las relaciones afectivas y los momentos compartidos son parte fundamental de este proceso. Hoy, gracias a la ciencia, contamos con evidencia concreta que respalda esta visión.


Pareja adultos disfrutando un paisaje

Una investigación reciente, publicada por la American Psychological Association en el Journal of Personality and Social Psychology, confirma lo que muchos intuyen: compartir momentos felices con la pareja tiene efectos fisiológicos positivos, ayudando a reducir los niveles del cortisol, la conocida hormona del estrés.


Un estudio riguroso sobre el bienestar compartido

El trabajo fue liderado por la Dra. Tomiko Yoneda, investigadora de la Universidad de California en Davis, quien se propuso explorar cómo las emociones positivas compartidas afectan al cuerpo en situaciones cotidianas. La mayoría de las investigaciones anteriores han estudiado las emociones positivas como experiencias individuales, pero este equipo quiso ir un paso más allá: ¿qué ocurre cuando estas emociones son vividas de forma conjunta por una pareja?


Para responder esta pregunta, analizaron datos provenientes de tres estudios realizados en Canadá y Alemania, con un total de 642 participantes (321 parejas convivientes), todos mayores de 56 años. Durante una semana, los participantes completaron entre cinco y siete encuestas electrónicas por día, evaluando sus estados emocionales en momentos específicos del día. Inmediatamente después de cada reporte emocional, tomaban una muestra de saliva para medir los niveles de cortisol.


En total, se recolectaron más de 23.000 mediciones, lo que permite hablar de un estudio sólido, con una base empírica significativa.



Cuando la felicidad se comparte, el cuerpo lo agradece

Los resultados fueron claros y contundentes: cuando ambos miembros de la pareja reportaban emociones positivas al mismo tiempo —como felicidad, relajación o interés— los niveles de cortisol en sus cuerpos eran más bajos. Lo más relevante es que este efecto superaba al impacto de experimentar estas emociones por separado. Es decir, no se trata solo de sentirse bien, sino de sentirse bien juntos.


Además, se observó que esta reducción en el cortisol no era un fenómeno pasajero. Las parejas que compartían emociones positivas mantenían niveles más bajos de cortisol incluso horas después del momento compartido, lo que sugiere un efecto calmante prolongado en el tiempo.

Otro dato interesante: el beneficio fisiológico se observó incluso en parejas que no reportaban una alta satisfacción general en su relación. Esto indica que la calidad global del vínculo no limita el poder que tiene un momento positivo compartido, lo cual amplía el alcance y la aplicabilidad de estos hallazgos.


La resonancia positiva: una conexión que sana

Estos descubrimientos respaldan la teoría de la resonancia positiva, que plantea que cuando dos personas comparten una emoción positiva —acompañada de una conexión sincera y sincronizada— se genera un estado de bienestar emocional y fisiológico. Esta teoría propone que estas experiencias compartidas tienen un poder regenerador, tanto para el cuerpo como para la mente.


La resonancia positiva no solo fortalece los vínculos afectivos, sino que también contribuye a regular el sistema nervioso, reducir el estrés y promover una sensación general de seguridad emocional. Por eso, momentos tan simples como reír juntos, recordar una anécdota, o disfrutar de una actividad compartida pueden tener un impacto tangible en la salud física, especialmente en personas mayores, cuyo sistema inmunológico y hormonal puede volverse más sensible al estrés.



Promover la conexión emocional en la vida diaria

A partir de estos hallazgos, es posible extraer recomendaciones valiosas para fomentar el bienestar en la adultez:

  • Buscar activamente momentos compartidos de disfrute: ya sea una caminata, una charla con café, ver una película o recordar viejas historias. La clave está en experimentar emociones positivas de manera conjunta.

  • Practicar la escucha activa y la atención plena en pareja: conectar emocionalmente no requiere grandes gestos, sino presencia real. Mirarse a los ojos, escuchar sin interrupciones y validar lo que el otro siente puede generar un clima emocional positivo.

  • Valorar las pequeñas alegrías diarias: muchas veces, lo significativo no está en los grandes eventos, sino en lo cotidiano. Reconocer lo agradable en lo simple es un camino directo a la resonancia emocional.

  • No depender exclusivamente del estado general de la relación: incluso si existen diferencias o conflictos, es posible construir momentos breves pero significativos que beneficien la salud y fortalezcan el vínculo.


Ampliando el círculo del bienestar compartido

Aunque el estudio se centró en parejas, los autores señalan que estos beneficios podrían extenderse también a otras formas de vínculo: amistades, relaciones familiares o incluso compañeros de trabajo. Cualquier relación en la que se compartan emociones positivas genuinas puede ser fuente de bienestar emocional y fisiológico.


Esto abre un horizonte alentador: el bienestar compartido no es exclusivo de las relaciones románticas, sino una posibilidad disponible en todos los vínculos significativos. En un mundo donde el aislamiento social en la vejez es una preocupación creciente, esta perspectiva ofrece una vía concreta para la intervención y la prevención.



Conclusión

Esta investigación confirma que las emociones positivas no solo nos hacen sentir bien, sino que también pueden tener un efecto protector sobre nuestro organismo —y que este efecto se potencia cuando las compartimos con otros. Para las personas mayores, cultivar momentos de conexión emocional puede ser una herramienta sencilla y poderosa para reducir el estrés, mejorar la calidad de vida y fortalecer los lazos afectivos.


Desde el Centro Ps. Eduardo Schilling, promovemos una mirada integral del bienestar, que reconoce el valor de los vínculos como fuente de salud y resiliencia. Acompañamos a nuestros pacientes a descubrir nuevas formas de conexión emocional, entendiendo que cada momento compartido es también una oportunidad de sanar y crecer.


Lecturas sugeridas

Si este tema despertó tu interés, te invitamos a profundizar en algunos artículos relacionados del blog del Centro Ps. Eduardo Schilling, que abordan desde distintas perspectivas cómo nuestras relaciones, emociones y experiencias compartidas pueden influir en la salud mental y física:

 
 
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